No basta con gustarles. Tienes que tatuarte en su sistema nervioso como algo que desean y temen perder.
No vendas el producto, vende el vacío que deja no tenerlo. Haz que el cliente se imagine la ruina emocional de seguir igual.
Convierte tu copy en una amenaza elegante. Nada de describir funciones: muestra consecuencias, toca heridas, genera urgencia.
Transforma tu solución en adicción emocional. No un capricho. No una herramienta. Una necesidad envuelta en placer.
Tu cliente no quiere lógica. Quiere redención. Le vendes un antes y un después. Le vendes la promesa de convertirse en quien se atreve.
Share this post