Te voy a contar una historia que, si eres como la mayoría, te va a volar la cabeza.
Dicen que las águilas, esas reinas majestuosas del cielo, cuando llegan a los 40 años se enfrentan a una encrucijada brutal. Resulta que a esa edad su pico está tan desgastado que no pueden cazar, sus garras se vuelven inútiles, y sus plumas, más pesadas que un lunes, no las dejan volar. Entonces, y aquí viene lo fuerte, la maldita águila se va a lo alto de una montaña y toma una decisión casi suicida:
Se rompe el pico golpeándolo contra las rocas.
Se arranca las garras, una por una, con una paciencia de verdugo.
Y como si no fuera suficiente, se arranca todas las plumas.
Todo este proceso tarda 150 días.
¿Por qué?
Porque después de todo ese dolor y sufrimiento, el águila renace: le crece un pico nuevo, unas garras afiladas y plumas relucientes. Ahora, más ligera y fuerte que nunca, está lista para otros 30 años de cazar, volar y mirar con superioridad al resto del reino animal.
Una metáfora perfecta para la vida. Renovarse o morir.
Pero espera, es mentira.
Lo siento si te habías emocionado o estabas ya buscando una roca para golpearte la cara. Esta historia es una patraña más grande que un anuncio de crema antiarrugas.
Las águilas no se rompen el pico. Ni se arrancan las garras. Ni se desnudan de plumas como si fuera una despedida de soltera. Todo eso es un invento de algún motivador charlatán.
Entonces, ¿para qué sirve este cuento falso?
Aunque lo de las águilas sea más fake que el bronceado de Donald Trump, la metáfora sigue siendo brutal. Porque aunque las águilas no se golpeen contra las rocas, tú sí deberías plantearte una cosa: o te reinventas, o te hundes.
¿Cuántas veces sigues arrastrando lo viejo, lo inútil, lo que te pesa?
Un trabajo que te asfixia, relaciones que te agotan, hábitos que te convierten en tu peor enemigo. Y, lo peor, ahí sigues, esperando que las cosas cambien sin que tú muevas un dedo.
Las cosas no cambian solas. No necesitas arrancarte las garras, pero sí dejar de aferrarte a lo que ya no sirve. No necesitas romperte el pico, pero sí mandarle un pico a todo lo que no te deja crecer.
¿Que el cuento del águila es falso? Sí, y qué. La idea de fondo sigue siendo la misma: si sigues cargando con las mismas excusas y con las mismas limitaciones, el que se queda atrás eres tú.
Renovarse no es fácil. Es incómodo, es jodido y a veces incluso duele. Pero es el precio que pagas por volar más alto. La vida no va a esperarte, y tampoco va a premiarte por quedarte quieto. Así que ponte las pilas.
Y qué pasa si no te renuevas? No pasa nada. Solo que te mueres.
2024 ya se ha acabado. Ya está todo el puto pescado vendido.
Pero puedes prepararte para 2025. Y un primer paso es suscribirte al búnker.
Si eres listo entrarás, sube de precio a principios de año, pero aún estás a tiempo de renovarte.
Si no siempre puedes morir.
Pasa un gran lunes.
Pobre millenial